El olivo es un árbol emblemático, muy valorado en la cultura mediterránea. Se caracteriza por tener una gran longevidad, por lo que se considera un símbolo de sabiduría y fortaleza.

La vida útil de un olivo varía en función de diferentes factores, como el clima, el tipo de suelo, el riego y la poda. En general, se estima que un olivo puede vivir entre 300 y 1000 años. Se tienen registros de algunos ejemplares que han superado los 2000 años de vida.

El olivo es una especie perenne, lo que significa que no pierde sus hojas en otoño. Sus hojas son verde oscuro, duras y resistentes, lo que les permite enfrentarse a condiciones climáticas adversas. El tronco del olivo es ancho y retorcido, con una corteza gris oscura.

La producción de aceitunas de un olivo varía en función de su edad. Un árbol joven produce menos aceitunas que uno adulto y, a su vez, uno adulto produce menos que uno viejo. Los olivos más viejos son los que tienen una mayor calidad del aceite de oliva.

El cuidado de un olivo es esencial para que pueda mantenerse saludable durante un largo periodo de tiempo. Se recomienda la poda regular para eliminar las ramas y hojas secas, así como para dar forma al árbol. También es fundamental el riego adecuado y la fertilización periódica.

En conclusión, la vida del olivo es larga y su capacidad para producir aceitunas y aceite de oliva perdura a lo largo de los años. Cuidar de estos árboles y respetar su longevidad es una responsabilidad compartida entre culturas y generaciones.